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La Hoz de la Vieja

En el corazón de las tierras turolenses, donde el río ha esculpido la Hoz que da nombre al lugar, se asienta La Hoz de la Vieja. Su historia es un tapiz tejido con hilos de leyenda y documentos antiguos, un relato de fronteras cambiantes, de batallas entre reinos y de la vida cotidiana de infanzones y ganaderos. Esta narración nos invita a descubrir los secretos de un pueblo cuya antigüedad se palpa en cada hallazgo arqueológico y en cada pergamino conservado en los archivos de la Corona de Aragón.

Aunque su origen es incierto, la primera evidencia de ocupación en la zona se encuentra en el yacimiento del "Rincón de la Zorra", que alberga pinturas rupestres de arte levantino. Es posible que este fuera el primer asentamiento, datado aproximadamente sobre el 6.000 a.C.
Este período, que marca la transición entre el Epipaleolítico/Neolítico, se caracterizó por un cambio en el modo de vida de las comunidades. Estas abandonaron la vida nómada para establecer campamentos estacionales o bases residenciales. En ellas, permanecían durante periodos más largos para seguir los ciclos de los recursos naturales, pero sin alcanzar el sedentarismo completo. Estos grupos podrían considerarse los primeros habitantes de lo que, en el futuro, se convertiría en la Hoz de la Vieja.

Sobre el siglo III a.C. aparece el primer asentamiento Ibero en el paraje del Pozuelo, se encuentra al final del camino de "Madreras". Es un poblado amurallado donde aun se aprecian las ubicaciones de todas sus construcciones, en algunas casa aun se conservan las columnas del pórtico de entrada. Marca el inicio de la ocupación humana permanente en este lugar. No hay datos de cuando se abandono el poblado.

Entre 235 al 220 a.C. hubo asentamientos de los destacamentos romanos que combatían con las tropas cartaginesas de Amilcar Barca, Asdrúbal y Aníbal por las minas de plomo y plata de la zona. Muestra de ellos son los restos de ánforas romanas que suelen aparecer en las partes altas del pueblo y zona de la piscina. Formarían sus campamento de invierno al abrigo de sus montañas, en el desfiladero y hondonada del actual La Hoz, del cual viene su nombre (faux, faucis; del latín garganta o estrecho hondo producido por el río) que evolucionó a Foz, Hoz.

La presencia musulmana en La Hoz de la Vieja se estableció en la segunda década del siglo VIII, probablemente en torno a los años 714-716, como parte del control del territorio circundante a Montalbán. La Hoz de la Vieja pasó a formar parte de la Marca Superior de Al-Ándalus, con capital en Zaragoza. En el año 1018 tras la desintegración del Califato de Córdoba, La Hoz de la Vieja pasó a formar parte de la Taifa de Zaragoza, bajo el control de la dinastía Banu Tujib.
De esta época se conservan vestigios significativos, como un antiguo alfar árabe o la forma en que se denominan hoy ciertas áreas del campo como Hoya Judío, Almud, Collado de Zaradul o Cañasaz, es un testimonio vivo de las comunidades judía y musulmana que habitaron la zona.
Tras tres siglos bajo control musulmán.

En 1092, La Hoz de la Vieja situada en el camino que el ejército del Cid Campeador (Rodrigo Díaz de Vivar) recorrió o controló indirectamente durante sus campañas hasta la toma de Montalbán ese mismo año. En el poema de Mío Cid, en los versos número 952 y en el 1088, aparecen reseñas a las andanzas del Cid entre Huesa y Montalbán, aunque no se hace referencia directa a la Hoz de la Vieja. Hoy día podemos encontrar menciones al Cid Campeador en los lugares por donde paso, por ejemplo muy cerca de la Hoz se sitúa la "Peña del Cid" en el municipio de Armillas, un enclave estratégico para controlar la sierra de Segura a Montalbán, situado en el trayecto entre Huesa, la Hoz, Armillas a Montalbán. La Hoz vuelve a manos cristianas, aunque su ocupación fue temporal, la presencia de almorávides hizo que se restableciera la autoridad musulmana en la región entorno al año 1110.
La reconquista cristiana de La Hoz de la Vieja se enmarca en la expansión del Reino de Aragón hacia el sur, un proceso que tuvo su impulso principal durante el reinado de Alfonso I el Batallador. En el año 1118 cae Zaragoza, el 17 de junio de 1120 tras la "Batalla de Cutanda" llega la toma de Daroca y entorno a 1158 llegaría el turno de la Hoz, está vez si quedará definitivamente en territorio cristiano, protegida bajo el señorío de Daroca.
En torno a 1170, con la repoblación de las aldeas reconquistadas, llegan desde tierra oscenses la familia "Nicolau", los primeros infanzones de la Hoz de la Vieja, estos constituían la nobleza de segunda categoría, equivalente a los hidalgos en otras partes de España. Los registros históricos mencionan a varios miembros de la familia Nicolás (o Nicolau) asociados con esta localidad.
La ciudad de Teruel se fundó en 1171 para repoblar la zona y controlar el territorio reconquistado frente a los musulmanes. El rey le otorgó amplios privilegios y fueros que la convertían en la cabeza de una extensa Comunidad de Aldeas.

En 1177 se crea la Comunidad de Aldeas de Teruel y la Hoz de la Vieja pasaría a depender de Teruel. Esta institución medieval, que incluía 80 aldeas, entre ellas La Hoz de la Vieja, actuó como un cuerpo autónomo con representantes de las aldeas que se reunían para gestionar sus asuntos comunes, hasta su desaparición en el siglo XIX, a pesar de haber tenido una representación política en las Cortes. De esta comunidad nace la "Plega General" (o simplemente "Plega") que es el órgano de autogobierno y representación política de las aldeas frente a la ciudad de Teruel y la monarquía.
El 17 de abril de 1277, con la sentencia de Escorihuela, las aldeas consiguen la independencia frente a la ciudad de Teruel. La segregación crea seis divisiones administrativas, denominadas "Sesmas", La Hoz de la Vieja quedara englobada en la Sesma del Río Martín junto a otras quince aldeas (Inojosa, Cobatillas, Campos, Cirujeda, Jarque, Cuevas de Almudén, Mezquita, Valdeconejos, Martín, Armillas, Vibel, Villanueva, Fuenferrada, La Rambla y Las Parras).
La evolución del nombre de la localidad ha dado lugar a diversas teorías. Los textos más antiguos, datados en 1280, la mencionan como Foz la Viela, mientras que un documento posterior, relativo a la comarca de Daroca, ya se refiere a ella como Fox de la Viexa.
Sin embargo, tras la revisión de numerosos archivos de la Corona de Aragón, se ha podido confirmar que el nombre en castellano "La Hoz de la Vieja" aparece documentado por primera vez en 1343. La denominación exacta variaba según el idioma del documento: por ejemplo, se registran Foz de la Viella en 1486 o Foz de la Viexa en 1495. Saber más sobre la toponimia.
El 15 de mayo de 1336, Pedro IV recuerda lo concedido por su padre Alfonso IV, y éste a su vez lo otorgado por Jaime II, confirmando la concesión a los hombres de Hoz de la Vieja, aldea de Teruel, protección y guiaje especial, mandando a los hombres de Teruel no les obliguen en los pagos.
En 1356 empieza la guerra castellano-aragonesa, llamada guerra de los Dos Pedros, enfrentamientos que mantuvieron Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón.

En 1358, la reina consorte Leonor de Sicilia cenó en La Hoz de la Vieja. Un documento fechado el 1 de junio de ese año detalla el coste del evento: 883 sueldos jaqueses. Dicha cantidad fue abonada por Miguel Rubio y Miguel de Arcaine, jurados del concejo de La Hoz de la Vieja, a favor de Pedro Guillén de Celadas, procurador de la Comunidad de Teruel, cumpliendo con el mandamiento de pago registrado en la 'plega'.
En la primavera de 1363, pese a la tregua establecida, Don Pedro I "El Cruel" entra a sangre y fuego por tierras aragonesas. La capital de Teruel se entrega al invasor, traición que castigará Pedro IV anulando sus fueros.

Ese mismo año de 1363, con la rendición de Teruel y evitando el pago de tributos para la fortificación de Montalbán, los vecinos de La Hoz de la Vieja edificaron su propio castillo; una torre fortaleza rectangular de buena mampostería, reforzada con piedras de sillería en sus dos únicas esquinas, ya que el resto son redondeadas para su mayor resistencia a impactos. Esta torre es una de las más interesantes del reino, debido a que conserva las almenas y muestra varias saeteras con marco de piedra de color más oscuro y puerta ligeramente apuntalada.

El 1 de septiembre de 1366, el rey Pedro IV de Aragón concedió importantes privilegios reales a La Hoz de la Vieja (Foz de Villa) en reconocimiento a su fidelidad y su firme resistencia frente al enemigo durante la Guerra de los Dos Pedros. El monarca le otorgó el título de "Villa", lo que implicaba una mayor jurisdicción y la capacidad de organizar ferias y mercados. Además, le conservó otros privilegios anteriores, como la exención del peaje de paso en barca por todos los ríos del Reino de Aragón. La guerra concluyó finalmente en 1369.
En junio de 1370, el rey Pedro IV de Aragón, quien años antes había otorgado el título de "Villa" a La Hoz de la Vieja, revocó dicho privilegio como sanción, tras alegar los hombres buenos de Teruel al Rey, su pronta rendición ante los Castellanos por no haber recibido el suficiente apoyo de las aldeas. Desde ese momento las aldeas de la Comunidad ya no aceptaron unas relaciones de completa sumisión al Concejo de Teruel, e iniciaron un largo proceso de emancipación que tuvo su momento álgido en tiempos del rey Alfonso V, quien en 1441 otorgaría a la Comunidad de Teruel la plena jurisdicción civil y criminal (aunque luego se volvió a rebajar en el reinado de Juan II). Posteriormente, en 1402, existen documentos del rey Martín I en los que la localidad sigue apareciendo con el título de "Villa"; se cree que esto se debe a un error administrativo o a la persistencia del uso del título a pesar de su revocación.
Se documenta que en el año 1371, los procuradores de las comunidades de Teruel y Montalbán ratificaron una sentencia arbitral original de 1337. Mediante esta confirmación, se otorgaba a los vecinos de La Hoz de la Vieja el derecho de pastoreo en los términos de Montalbán.

En 1373 encontramos a Félix Ortíz, el primer registro en la localidad con el oficio de Notario. El Notario en la Edad Media (comúnmente llamado escribano público o simplemente escribano) era una figura crucial, un oficial público encargado de dotar de fe pública y validez legal a los documentos y actos jurídicos en una sociedad con bajos niveles de alfabetización. Descubre más sobre personas y oficios de la Hoz de la Vieja.

Hacia 1390, el mercader italiano Nicolás Brandi se estableció en La Hoz de la Vieja. Brandi era una persona de confianza de la reina María de Luna, esposa del rey Martín I de Aragón. Junto a otros comerciantes, Nicolás Brandi crearía una extensa red mercantil por todo el reino, utilizando el río Ebro como eje principal para el transporte de mercancías entre Aragón y Cataluña. En reconocimiento a su labor y lealtad, en junio de 1399, el rey Martín I le concedió plena licencia y libertad para la defensa de La Hoz de la Vieja.

A mediados del siglo XV, en un periodo de gran inestabilidad en el Reino de Aragón, el noble Juan Ruiz de Luna se fortificó en el castillo de Alcaine y, desde allí, lideró incursiones que desestabilizaron la comarca. Las autoridades, con el objetivo de pacificar la zona, ordenaron el reclutamiento y envío de fuerzas militares para asediar su bastión, utilizando la localidad de La Hoz de la Vieja como punto estratégico donde se organizaron parte de las fuerzas que debían contrarrestar los ataques y asediar el castillo de Alcaine, donde se refugiaban Ruiz de Luna y sus seguidores
El 18 de noviembre de 1466 se abona por valor de 157 sueldos y 6 dineros jaqueses, otorgada por Vicente Aguilar, jurado del lugar de Jarque de la Val, a favor de Pedro Dolz, notario y procurador de la Comunidad de Teruel, en concepto del pago del sueldo correspondiente a los cinco hombres que mantuvo en la guarnición de la Hoz de la Vieja.

La vida en las comunidades rurales del Reino de Aragón giraba en torno a recursos esenciales: la tierra de cultivo y el agua. En la Hoz de la Vieja, el molino harinero no era solo una construcción de piedra y madera, sino el corazón económico de la comunidad.
En el año 1470 aparece el primer registro de Juan Pérez, de oficio molinero, figura central en la vida rural, encargada de la operación y mantenimiento del molino.
Juan Pérez no era solo un jornalero; su posición le otorgaba un estatus social y una responsabilidad vital. El molinero era el custodio de la tecnología más avanzada de la época, una maquinaria hidráulica que transformaba el grano de los campos de cebada y trigo en la harina necesaria para el pan diario.

La memoria colectiva preserva la existencia de una antigua aljama o judería en el corazón del municipio. Específicamente, esta ubicaba el barrio judío en la calle Cabañero y la Calle Mesón, justo en la zona posterior al emplazamiento actual del Ayuntamiento. El Edicto de Expulsión de los Reyes Católicos en 1492 provocó una merma significativa en el censo de la localidad, reflejada en la pérdida de "fuegos" o unidades familiares. Se habla de una reducción notable: la población habría pasado de contabilizar 72 "fuegos" (estimados en unas 309 personas) a tan solo 58 "fuegos" (aproximadamente 249 personas).
El Censo de 1495, conocido históricamente como el "Fogaje de 1495", fue un recuento demográfico de gran importancia realizado en el Reino de Aragón a finales del siglo. En el censo, aparece como "Fox de la Viexa" y se censaron 72 fuegos (aprox. 288 personas), sus habitantes recogen apellidos que llegan hasta el día de hoy, como son Polo, Ferrer, la Foz, Espaynol, Valero, Pueyo, Estevan o Ximeno entre otros. (Ver censo de 1495).

Es en este siglo cuando se inicia la construcción de la Iglesia a Nuestra Señora de las Nieves, empieza su construcción en el siglo XV finalizándose a principios del siglo XVI. La iglesia parroquial en honor a Nª Sª de las Nieves es de estilo Gótico. De una nave, cubierta con bóveda de crucería estrellada, ábside poligonal y ventana gótica. La otra Capilla con cúpula es del Santo Cristo y fue añadida a la nave original a principios del siglo XIX. Tiene tres retablos del siglo XVII y cabe destacar el cuadro de San Antón del mismo siglo, que escapó de la quema de 1936 colocado ahora en el altar mayor.

La epidemia de peste bubónica que asoló Aragón entre 1648 y 1654 se considera uno de los episodios demográficos más devastadores del siglo XVII en la región, causando una mortalidad muy elevada que pudo alcanzar al 35% de sus habitantes. El impacto en La Hoz de la Vieja fue igualmente severo, como demuestran los registros censales: la población sufrió una merma significativa, pasando de aproximadamente 300 habitantes antes de la epidemia a tan solo 116 a principios del siglo XVIII (año 1700).

El siglo XVIII no es mejor que el XVII, llega la epidemia de viruela, mermando la población de la Hoz de la Vieja a tan solo 50 habitantes.
En 1761, Manuel Serrano (mayor) y Manuel Serrano (menor), ganaderos y 'ligajeros de Cortes' (pastores trashumantes con permisos específicos), que disfrutaban del derecho de 'alera foral' (un privilegio de pastoreo recíproco sobre terrenos ajenos) en el término de La Hoz, elevaron una súplica al ayuntamiento. Solicitaban que se ordenara el traslado del ganado contagiado de viruela fuera de los terrenos contiguos al lugar de Cortes, para prevenir la propagación de la enfermedad.

En 1757, Fray Pedro Gascón, fraile dominico natural de La Hoz de la Vieja y dos veces prior de Alcañiz, fue nombrado calificador de la Inquisición de Aragón. Esto ocurrió en una época donde el Santo Oficio había reducido su actividad a la vigilancia de delitos menores contra la fe.
En 1772, Francisco Cabañero Burguete, presbítero oriundo de La Hoz, inició un proceso probatorio para certificar su limpieza de sangre, un requisito indispensable para ocupar cargos en el Santo Oficio de la Inquisición. Dicho expediente le permitió ejercer como Comisario del tribunal en la Corte.
Hacia 1797, tras un siglo marcado por epidemias, La Hoz de la Vieja comenzó a resurgir demográficamente. La recuperación se produjo gracias al crecimiento vegetativo natural de la población sobreviviente y a lentos movimientos migratorios internos, lo que permitió que la localidad alcanzara de nuevo los 186 habitantes.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se registraron nuevas instancias de reconocimiento de infanzonía en la localidad. Específicamente, en 1775 se firmó un documento de infanzonía a petición de Andrés Cabañero, y posteriormente, en 1802, se formalizó otro a instancia de Pelegrín Pastor.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), La Hoz de la Vieja formó parte de la retaguardia aragonesa, sufriendo los rigores de la ocupación francesa y la guerra de guerrillas que asoló la región. El conflicto provocó una catástrofe económica generalizada: la localidad padeció las consecuencias de constantes requisiciones de alimentos, saqueos y el paso incesante de tropas por sus tierras. Antiguamente, en la calle Cabañero, se localizó un dibujo de la época napoleónica en la pared de una de sus casas. Lamentablemente, la obra se perdió tras una restauración del edificio.

Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), La Hoz de la Vieja aparece en las crónicas de la época.
José Domingo y Arnau, natural de Tortosa, fue ascendido a brigadier el 11 de junio de 1839 como recompensa por su actuación en una acción militar clave llevada a cabo en La Hoz de la Vieja.
Agustín Tena Gimeno, natural de La Muela, tras huir de una conspiración en Zaragoza en octubre de 1833, formó una guerrilla en los límites de Zaragoza y Teruel. Capturado poco después en Santa Cruz de Nogueras, fue trasladado a La Hoz de la Vieja y fusilado allí cuatro días después, en noviembre de 1833.
Juan Cabañero y Esponera (Urrea de Gaén), hijo Andrés Cabañero Romance (natural de la Hoz de la Vieja) y María Blasa Esponera. Linaje de infanzones de la Hoz de la Vieja "Cabañero". Su acción más conocida fue el asalto a Zaragoza el 5 de marzo de 1838, un intento de tomar la ciudad que, a pesar de entrar en ella, fue repelido por la heroica defensa de los zaragozanos en lo que se conoce como la "Cincomarzada".

El crecimiento demográfico de La Hoz de la Vieja se reactivó significativamente a partir de 1857, coincidiendo con el periodo posterior a la Primera Guerra Carlista y el inicio de la industrialización en España (década de 1830). La población experimentó un notable incremento, triplicándose respecto a la media histórica de habitantes. Este crecimiento se mantuvo constante hasta el año 1900, momento en el que la localidad rozó los 1.000 habitantes, marcando así sus años de mayor esplendor demográfico e histórico. Se construye las primeras escuelas en torno al año 1907 a cargo de la Fundación Benéfico-Docente "La Enseñanza" fundada por Antonio Cabañero y Burguete.

El Lavadero de La Hoz de la Vieja fue construido entre finales del siglo XIX y principios del XX, aunque no en la ubicación actual, a la cual se trasladó por la construcción de la carretera en los años 1950. El lavadero eran un punto de encuentro al que se acudía a lavar la ropa y a ponerse al día de todo lo que acontecía en el pueblo.

La Hoz sufrió graves inundaciones el 9 de julio de 1915 debido a tormentas de agua y granizo, teniendo que salir de sus domicilios muchos vecinos por los tejados, causando la destrucción de 9 casas, la inundación de 73 habitaciones y el arrastre de 33 parideras algunas con ganado, el agua alcanzo 1,79 metros de altura en su parte mas baja. No hubo víctimas mortales. Posteriormente la localidad volvió a inundarse en agosto de 2013 y finales de octubre de 2024, en ambas ocasiones por lluvias torrenciales asociadas a una DANA, que anegaron viviendas y destruyeron infraestructuras como puentes y la red de agua potable.

El crecimiento de La Hoz de la Vieja a principios del siglo XX fue notable, pero se vio abruptamente interrumpido por la Guerra Civil Española (1936-1939). El conflicto dejó una huella profunda. El pueblo sufrió un bombardeo aéreo por parte del ejército sublevado, que impactó cuatro edificios y causó la muerte de 10 personas, incluyendo mujeres y niños.
Las tropas republicanas saquearon ganado para su abastecimiento en el frente. En la Torre Fortaleza, los soldados republicanos intentaron, sin éxito, construir un polvorín, dejando un gran agujero visible en su interior. Finalmente, las tropas franquistas ocuparon la localidad la mañana del 11 de marzo de 1938. (En recuerdo a los vecinos asesinados). Tras la guerra, la posguerra trajo años de escasez y hambre. A pesar de estas adversidades, La Hoz de la Vieja logró mantener una población cercana al millar de habitantes.

Llegado los años 1950, donde empieza la tan temida "despoblación" de las áreas rurales y el movimiento de su población a las grandes ciudades industrializadas, las familias buscaban un futuro mejor. En los años 1970 - 1980 la Hoz de la Vieja recupera su media histórica de 300 habitantes, pero ahí no acabo, llegando lo peor de la despoblación en el 2.000 hasta hoy día, manteniendo una media de entre 80-100 habitantes.
Hoy, las cicatrices del pasado y los desafíos del presente recuerdan una historia de lucha y superación, el pueblo pervive gracias al espíritu indomable de su comunidad, donde el corazón de La Hoz de la Vieja sigue latiendo con fuerza a orillas de su río. Su historia continúa escribiéndose con cada nuevo amanecer.

siete mil años de historia - la hoz de la vieja
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